Bienvenida

Bienvenidos a este mi primer blog, notas para nada, en el que únicamente tengo la intención de compartir una carpeta que encontré en el contenedor de papel para reciclar, y decia así -- notas para nada-- escrito con letra firme y subrayado notas para nada, contiene cartas, poemas, cuentos y relatos cortos fechados algunos hace más de treinta y cuatro años. Hay servilletas de bar con poemas, folios medio rotos, posavasos con anotaciones, hojas de cuaderno con relatos cortos, todo un descubrimiento. No sé si esto es legal ya que no soy la propietaria de estos escritos pero después de leerlos creo que todas las emociones y sentimientos volcados en estos papeles, no merecen ser destruidos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Plenilunio I




¿Qué se oculta en "la cara oculta" de Nicolás? Hoy nos vuelve a hablar de plenilunio, pero esta vez no habla de mar ni de viento, ni del destierro en el lugar elegido, hoy nos habla de nieblas y de frío. Intuyo que la luna que hoy observa la ve desde un lugar diferente, habla de oscuridad, de brasas con las que calentarse, de esperanzas, de correos que no llegan. Nicolás escribe poesía porque no puede no hacerlo y yo sigo leyendo sus versos uno tras otro tratando de descifrar algo más de su alma.


De nuevo plenilunio y en invierno
otra vez las nieblas y el hastío,
vivir a oscuras y en silencio
dormitar como marmota
y mover la badila del brasero.
Vaguear a la espera de noticias
esperar con ansias el correo
escuchar el viento entre las sabanas
oír en los cristales ese dulce tintineo.
¡Soñar despierto, llorar dormido!
¡Qué bueno convivir con la desidia!
¡Qué placer haber nacido!
                                                                                                             Nicolás.

jueves, 5 de diciembre de 2013

El laberinto.

 Nicolás dedica su poema de hoy a la rutina, nos habla de hábitos que lleva a cabo de forma automática y... ¡que disfruta! Creando un ambiente placentero y tranquilo. Pero no seria Nicolás si no diera un vuelta de tuerca más. Es capaz de transmitir tranquilidad y optimismo al mismo tiempo que impaciencia y angustia, es capaz de ver belleza y horror en una misma situación pero sobre todo es capaz de transmitir esos sentimientos cotidianos que a algunos -y me incluyo- no sabemos relatar. 

 

Mi vida transcurre placentera
entre largas partidas de ajedrez
y noches de lectura inacabables,
con las dosis de alcohol que
el cuerpo me tolera
y buscando-como siempre-
la puerta de salida
de este eterno laberinto
que es la vida.
En este bucle sin fin
en el que vivo,
donde apenas distingo
lo bueno de lo malo
lo turbio de lo claro
tus ojos de tus labios
y confundo pretérito y pasado
futuro y porvenir,
estoy perdido.
Y pese a ello, sigo dándole vueltas
a la rueca de la vida,
-no se, si por costumbre o por rutina-
buscándote,
buscándome.

                                                Nicolás.

martes, 3 de diciembre de 2013

Cada día.

Después de dos semanas sin tener noticias de -mi, nuestro poeta- Nicolás, y estando yo sumergida en otros acontecimientos que la vida te asigna sin ni siquiera haberlos sugerido, después de que alguno de vosotros, tres, cuatro no más, hayáis denunciado la escasez de publicaciones, reaparece como si de un mago se tratara, dando señales de vida y regalándonos unos de sus versos para que no olvidemos que sigue estando ahí, ya he comentado en alguna ocasión que es como si leyera el pensamiento.
El poema de hoy me recuerda -y no se el motivo- a unos versos publicados en enero de este mismo año de un poema que titulaba "He perdido el manual", leedlos y ya me contareis.


Caminar por este desierto estéril que es la vida
susurrando a media voz un poema de Neruda
y cantar a media voz
un tema de Sabina
es algo que hago cada día.
Y llorar junto a ti
abrazados al alba,
ajenos al desdén,
esclavos de la desidia,
cautivos,
perdedores de esta guerra
que nosotros no empezamos,
cabizbajos,
somnolientos,
saboreando el sabor agridulce
que tienen tus labios,
prisioneros de esta historia
que dura mil años,
es algo que hago algún día.
Y llorar, en silencio,
apartando la pavesa
del cigarro que alegra mis vigilias,
no lo hago nunca,
no me atrevería.
                                                                                    Nicolás