Bienvenida

Bienvenidos a este mi primer blog, notas para nada, en el que únicamente tengo la intención de compartir una carpeta que encontré en el contenedor de papel para reciclar, y decia así -- notas para nada-- escrito con letra firme y subrayado notas para nada, contiene cartas, poemas, cuentos y relatos cortos fechados algunos hace más de treinta y cuatro años. Hay servilletas de bar con poemas, folios medio rotos, posavasos con anotaciones, hojas de cuaderno con relatos cortos, todo un descubrimiento. No sé si esto es legal ya que no soy la propietaria de estos escritos pero después de leerlos creo que todas las emociones y sentimientos volcados en estos papeles, no merecen ser destruidos.

miércoles, 30 de julio de 2014

La noche.

Una sábanas de raso bermellón,
un hilo de luz tras la cortina,
su espalda desnuda,
mi boca pastosa,
tal vez unos pasos en el
                                     piso de arriba,
                                     silencio,
                                     y de pronto,
el cerebro se activa,
¿dónde estoy?
¿quién soy?
Ah! otra vez la lujuria,
tu fiel compañera.
Y ella, ¿quién es?
El mundo se mueve
y tu no tienes vértigo porque vas
                                              más rápido.
El mundo se agita
pero tu no tienes náuseas porque
                                        nunca vomitas.
Ella se despierta, te mira
a los ojos y solo
                  ve tus cuencas.
Ella te sonríe,
                    tu te desperezas.
Otra vez, canalla,
otra vez, siquiera.

                         Nicolás.

martes, 29 de julio de 2014

No te escribiré poemas.

La rabia que tengo despierta
                           mis miedos,
el miedo que tengo despierta
fantasmas que hace tiempo enterré,
y otra vez girando en la noria
                                   infinita
                                   de nunca
                                   acabar.
Otra vez esclavo de ti,
¿Por qué no te olvidas de mi?
Sabes que sé, que yo no
                      puedo olvidarte,
se que tu sabes hacerme sufrir.
Pero un día, mañana quizás,
la historia se va ha detener.
El tiempo no será tiempo,
mi alma de pura marchita
       tendré que enterrarla,
"no habrá´mas pena ni olvido"
 no te escribiré poemas,
 no te cantaré canciones,
 no te crearé recuerdos,
 no te venderé ilusiones.
Un día, tal vez mañana,
estarás sola
                 y llorarás.

                                Nicolás.

La reina de los mares.

Es difícil contar
lo que estoy viendo
y más difícil - supongo-
sentir lo que ella
está sintiendo.
Mujer adusta, madre,
abuela,
cuerpo obeso y
tez aniñada,
en noche de luna llena y recostada
a la sombra del único farol
que la acompaña.
La mirada perdida
en ese puntito indefinido
donde se juntan
la nostalgia y el pasado.
Esta mujer,
que ahora contemplo
fue en su día,
la reina de los mares,
cocinó para piratas,
dio de beber a bucaneros y
hoy, apenas,
le quedan dos minutos
de resuello.
                                    Nicolás.

lunes, 28 de julio de 2014

el tiempo.

Nauseabundo,
esperando cabizbajo
que ella llegara
y me salvara.
Y llegó.
Han pasado
veinte años
y cada noche
reposo en su regazo,
como un niño
pequeño e indefenso.
Han pasado
treinta años
y sollozo entre sus brazos.
Han pasado
cuarenta
y
cincuenta,
han pasado...

Nicolás.

martes, 1 de julio de 2014

Volvió una noche.

 Han pasado más de dos años desde que nació "notas para nada", dos años en los que he leído más poesía que en toda mi vida y puedo decir que estoy donde empecé.
Cada vez que abro el correo y descubro un poema de Nicolás, rápidamente, como una autómata cliqueo su nombre con la misma exaltación que al principio, con prisa por despedazar su poema, por ver sus pensamientos y...unas veces más, otras menos siempre me emocionan sus palabras.

Transcribo:


Volvió una noche y yo no estaba,
mi alma vagaba entre
Cabo Verde y Buenos Aires,
entre Cesária y Gardel.
Me embarqué en Cadiz, con
olor a habaneras y
sabor a café.
Huyendo de ella
bogué en galeras
y me hice invisible,
huyendo de ella
me anestesié
entre tangos y arrumacos,
huyendo de ella
han pasado veinte años,
y no encuentro puerto
al que arribar.
Y hoy, con mis huesos
carcomidos por el viento,
el sol
y la humedad,
llorando sin lágrimas,
sin sentir dolor,
encuentro su mensaje
en el buzón.
                        Nicolás.