Hoy quiero dedicar esta entrada al poema que a continuación os transcribo, es uno de los últimos de aún quedan en la carpeta, esta carpeta que se debería llamar "carpeta viajera" en lugar de "notas para nada", porque habrá pocos manuscritos sin editar que hayan sido tan traídos y llevados, los he fotografiado, los he leído y releído hasta casi poder recitarlos de memoria, me han acompañado en mis viajes, han dormido conmigo, e incluso han tomado algún café que otro a mi lado, e incluso he recreado el momento en que encontré la carpeta, en fin...
El poema de hoy es un poema que Nicolás según me contó en la última de las dos conversaciones que he mantenido con él, es un poema que escribió mirando a su hija mientras dormía, era un bebé, y se refiere a ella como su "princesa".
Lo escribió en 1980, y en el poema no utiliza metáforas, ni palabras usadas, como ya sabemos es un amante del tango porque lo menciona en otros poemas y en este hace un guiño utilizando alguna expresión argentina, el poema es de fácil lectura con un lenguaje coloquial, lleno de sentimiento y recuerdos de un vida pasada en la que ya intuía a su petite amour.
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Mon petite amour
Siempre estuve
pensando en ti,
y ahora duermes
sola,
de noche
y aburrida.
Sin pensar que un día
dormimos
juntos, al alba.
Yo te estaba
haciendo
a ti cada
segundo,
cuando cantaba
tangos en
la vieja taberna
gallega
cuando lloraba en
una acera,
cuando fuimos
juntos
-¿recordás?-
a buscar hormigas
en la noche,
cuando bebía
leche con David,
-mi amigo el alemán,
que daba sangre
para comprarse
un bocadillo-
Cuando tocaba la
guitarra,
mi guitarra,
tu guitarra.
¿recordás,
princesa?
Algún día, que
más da, ¡tendré que explicarte tantas cosas!
Tú no podías ser
la excepción,
de tantas mujeres
que
he querido en la
sombra,
porque eres
hembra, hija,
carne, ojos,
-¡ah los ojos,
esos ojos!-
Porque eres egoísta, y
yo orgulloso,
mi princesa, mi
amor,
mi pequeño amor.