Hoy me he dirigido al contenedor de papel de reciclar para llevar toda la prensa y revistas que se acumulan a lo largo de la semana, es algo que llevo haciendo hace mucho tiempo, desde que se despertó en mí ese compromiso ecológico que a veces llega a ser un tanto desmesurado y raya lo ridículo con tanto cubo, uno para orgánico, otro para papel, otro para plásticos y no se cuantos más, pilas, aceite y ropa usada, resumiendo todo un despropósito y bueno volviendo a lo que me ocupa, cuando me acercaba al dichoso contenedor me he sorprendido rebuscando y mirando como un perro perdiguero deseoso de marcar la presa, deseaba encontrar otra carpeta llena de poemas y cartas de Nicolás, ¡Como si eso fuera la cosa más común del mundo!
Transcribo un poema de Nicolás mientras espero impaciente sus noticias.
Ese torrente de agua hirviendo
que se desliza entre tus nalgas,
cuando te duchas cada día al levantarte
y que arrastra las penas
del duro shock del despertarte
no es, -ni mucho menos-
la peor sensación del día que te espera,
es, -como mucho- el prologo
del sinfín de sensaciones
de otro día más de
arritmias y nostalgias.
Si acaso limpiase
los rastros de una noche
que nunca pudieras olvidar,
valdría la pena.
Nicolás.
La pintura que acompaña al poema es
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