Nicolás, Nicolás, creo que voy conociéndote
un poco más a través de tus relatos, por tu forma de escribir debiste leer a Joyce, Wolf, Fulkner incluso a Hemingway, sin
embargo creo que tu ascendiente más próximo es nuestro amado Gabriel García Márquez
con sus “Cien años de soledad”, “El coronel no tiene quien le escriba“ y “Los funerales de la Mama Grande”, Está más que clara su influencia, ese
realismo mágico y fantástico que rodea la obra de García Márquez se vislumbra en
la historia disparatada de "Gustavo”.
Gustavo
La frigidez adusta de la tarde se
hallaba totalmente enmarcada en el viejo caserón decimonónico de Gustavo. En su
decadencia cotidiana, el ocaso crepuscular del estío se hacía insoportable.
Millones de filtros inimaginables, parecían tener existencia en todos los planos
que circundaban la no menos adusta y decadente mansión.
Acaso no merecía la pena moverse
del sillón para salir – como cada día – a espantar los fatuos olores de
tristeza que, aullaban ansiosos alrededor, con la esperanza furtiva de roer y
carcomer el poco ánimo que aún le quedaba a Gustavo. Salió.
Descendiente de viejas y
entroncadas familias, con escudos heráldicos de indescriptibles símbolos, cuya
antigüedad se remontaba a la época de los Hititas, totalmente falso como es
evidente, pero sus ignorantes amigos apenas hacían preguntas y escuchaban
ensimismados los largos y prolijos monólogos que en madrugadas de crápula narraba
la turbia y atrofiada lengua de Gustavo.
Gustavo era el símbolo de un
imperio, de un imperio que albergaba una semideruida mansión, con sus
alrededores que no alcanzaban una hectárea. Pero su valor radiaba en las zonas
limítrofes.
Esta pequeña propiedad, que no valdría
ni el sueldo de un obrero medio, estaba situada en la más fértil vega, adquiría
una cotización desmesurada al hallarse a la altura del número 257 de la 5ª
Avenida de New York. -Su padre muerto tras conseguirlo, había empleado toda su
fortuna obtenida durante dieciséis años con un buque ballenero en las costas de Terracota, trece con excavaciones
petrolíferas en California, y once con
negocios varios desde minas de diamantes en Sudáfrica hasta fabricación de
tapones de corcho para abastecer la demanda de la Borgoña francesa para el
embotellamiento de vinos –Se sentó placenteramente con su sombrero de
vagabundo, y su más impecable frac, en el porche de la puerta, cerró los ojos,
esbozo una sonrisa, vomitó sangre, mierda y bilis, con el último espasmo se
quitó el sombrero y brindando a la concurrencia, murió. Había conseguido dar la
nota pendenciera, con la destrucción de tres grandes edificios que allí se
hallaba entre ellos una joyería, que pese a estar en ruinas aún la conservaba
su dueño por el trémulo fulgor de la gloria que presencio en 1933, cuando
Marlene Dietrich, compró una sortija de platino, con el símbolo a modo de hélice
de Euskadi para regalárselo a un sobrino suyo de descendencia Vasconia,- que no
se entere nadie, por favor, y aún le quedaba al joyero la esperanza de que de
un momento a otro su joyería fuera el abastecedor de la élite de la farándula,
y lo cierto es que desde ese año tan sólo vio a Ernest Borgnine observar su
escaparate con aire de camuflarse de alguien; y tanto sacrificio pensó, que
ahora se veía compensado con vomitar sangre, a todos los neoyorquinos,
portorriqueños y demás basura que le miraban con ojos atónitos, pero que
hubieran preferidos estar ciegos y no mirar ni siquiera con ojos de rana por
poseer aquella mansión, que ahora Gustavo habitaba, y que la gente se sorprendía
y se preguntaba que hacia aquel engendro
de hombre todos los atardeceres con una escoba, dando golpes alrededor de la
casa, sin que hubiera ninguna víctima tangible y no comprendieron porque un diecisiete de mayo
construyó un foso alrededor de la casa con una excavadora amarilla como la pus que tenía en sus ojos de tanto
alcohol, visualmente cada tarde, alrededor de la verja que cada día estaba pintada
de un color y nadie vio un pintor nunca pese hacerse pasar por sereno para
espiar día y noche, y no comprendían que el padre había mandado traer de Brasil
a dos mil camaleones y los había arrancado al piel y había forrado la verja con
su dermis, y los pigmentos de estos volvían paranoicos a todos los curiosos,
porque aquella valla parecía un caleidoscopio, y menos aún comprendieron que
hacía una madrugada un camión con forma de acuario gigante con cocodrilos
dentro, porque los cristales eran transparentes
vieron aterrados como el foso circundante, se llenaba de agua y de
saurios y todos pensaron en H. P. Lovecraft, y lo que nunca sabrían sería el
truco de los lagartos y los cristales de aumento el camión……
Me gusta el relato de Gustavo, pero más me gustan tus analisis literarios de los que yo no estoy totalmente de acuerdo, aún así me siguen gustando. Yo veo un poco al Cortazar de la Casa habitada y no tanto a García Márquez.
ResponderEliminarMuy encomiable tu trabajo rescribiendo estos viejos textos.
No se de quien es La Casa Habitada pero, creo que tienes algo de razón en que los relatos de Gustavo so un poco Cortazar en Rayuela.
ResponderEliminarGracias por el comentario, es el primero.
Perdón por la garrafal errata; me refería al relato corto "La casa tomada" del libro Bestiario de Julio Cortazar. Aunque todo hay que decirlo, lo releí hace poco e igual me encontraba un poco influenciado y valga la redundancia he visto influencias de él en el relato de Gustavo.
ResponderEliminarTe leo y escribo comentarios porque considero admirable tu trabajo y casi siento un poco de envidia por no haber sido yo el que encontrara la carpeta "notas para nada". Para mi hubiera supuesto un viaje al pasado de mi mismo o de un posible yo mismo.
Animo, buen trabajo.
He releído la casa tomada y efectivamente los relatos de Gustavo tienen bastante influencia de Cortazar.
ResponderEliminarDe nuevo gracias por leer esta aventura en la que me he metido porque no sé que final tendrá.
Todo se esta complicando un poco como ves.
En qué año escribiría Nicolas este relato? Creo que tubo que ser cohetáneo, o increiblemente contemporaneo, al estilo mágico y surrealista del parís de Cortazar. Demasiado contemporáneo para la España de aquella época imagino. Menudo elemento tubo que ser el Nicolas este.
ResponderEliminarLos relatos no están fechados pero yo creo que debían ser del 79- 80 por detalles que menciona, música, cine.
EliminarPues si es de la fecha que tu mencionas, no fue cohetáneo como a mi me hubiera gustado ( porque para mi aumentaría su cache) sino más bien un sucesor de la escuela surrealista, ya que parece que escribe lo primero que le viene a la cabeza; pero eso si, con mucho estilo.
ResponderEliminarEstilo no le falta, creo que esta dotado de talento e inspiración para todo tipo de maneras (bastante variopintos por lo que escribe). Saludos
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