Bienvenida

Bienvenidos a este mi primer blog, notas para nada, en el que únicamente tengo la intención de compartir una carpeta que encontré en el contenedor de papel para reciclar, y decia así -- notas para nada-- escrito con letra firme y subrayado notas para nada, contiene cartas, poemas, cuentos y relatos cortos fechados algunos hace más de treinta y cuatro años. Hay servilletas de bar con poemas, folios medio rotos, posavasos con anotaciones, hojas de cuaderno con relatos cortos, todo un descubrimiento. No sé si esto es legal ya que no soy la propietaria de estos escritos pero después de leerlos creo que todas las emociones y sentimientos volcados en estos papeles, no merecen ser destruidos.

lunes, 25 de junio de 2012

Otra de Gustavo


Sigo esperando la respuesta del email de la persona que cree conocer a Justino, ya le he mandado un poema escaneado para que compruebe la caligrafía, sé que solo han pasado un par de días pero se están haciendo eternos.
Hoy continuamos con los manuscritos de Nicolás que nos relatan las aventuras de Gustavo y como aclare anteriormente los folios no están en orden ni numerados por lo que es casi imposible adivinar la secuencia .



 Otra de Gustavo


Alguna vez tendría que hacerlo - ¡ que carajo ! - pensaba en voz alta Gustavo en la catedral de S. Patricio.
Ciertamente Gustavo estaba enamorado de Candice, era la encarnación de toda la dulzura y la serenidad que siempre habría necesitado.
La madrugada del 17 de Abril, Gustavo despertó arrecido en un lugar totalmente desconocido para él. La cabeza la tenia tan pesada como habitualmente a esas horas, consecuencia de todo el alcohol ingerido, por ello no le sorprendió, ni tan siquiera estar perdido en algo que parecía un bosque. Lo que le llamó la atención fue un pañuelo de seda verde que llevaba en su cuello.
-¿ Qué mierda es esto ?-
Siempre había odiado los pañuelos al cuello y ahora tenía él uno, y además de un color de lo más femenino. Su primer impulso fue quitárselo, pero se detuvo, finalmente reaccionó, lo prendió fuego. ¡ lo que me faltaba, que ahora me pusiera con sensiblerías!-. Después se puso a llorar, ahora lo recordaba, aquel pañuelo era de Candice, ya no volvería a verla más, en aquel pañuelo había escrito la noche anterior la dirección de aquella mujer de la pierna escayolada que se había encontrado pidiendo limosna a la puerta de su casa. Gustavo al verla se volvió loco, aquellos ojos, aquella mirada tan serena y tan limpia, pidiendo una limosna a treinta metros de donde le esperaban aquella camada de estúpidos, hambrientos de placer, con su lujuria y su lascivia mal disimulada bajo aquella capa de intelectuales. Aquella pléyade de arrogantes imbéciles que se pasaban el día elucubrando con teorías marxistas y existencialistas, que adoraban a Lenin y a Sartre, ¡y aquella dulzura de mujer con toda la paz y el amor del mundo en sus ojos, en sus sencillos ojos, que no eran negros, ni verdes, ni azules, que eran vulgarmente castaños !
Gustavo la rogó que esperase, después penetró en su lujoso habitáculo, fue discretamente a la sala de caza, cogió su escopeta, súper de repetición, cargó los quince cartuchos, salió al salón, y la emprendió a balazos, CERDOS, CERDOS, CERDOS, gritaba mientras disparaba.


No hay comentarios:

Publicar un comentario